SAL DE LA TIERRA PARA LA MERCED.
SAL DE LA TIERRA PARA LA MERCED
Hoy, día de la Merced, en la que tantos jóvenes de hermandades jerezanas emplean sal teñida de colores diversos para tejerle de cariño alfombras a su Patrona, me he acordado de ese versículo del evangelio de San Mateo:
“Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo”
Ayer, precisamente en la plaza de San Mateo, bajo la protectora mirada de nuestra Madre de la Merced que presidía el balcón de la casa de hermandad, fueron muchos los granos de sal que hicieron posible que una sencilla verbena se transformara en esa luz que a la que se refería nuestro Salvador. Y no me refiero al destello de los cientos de bombillas que conformaban las guirnaldas, ni a los focos que iluminaban la remozada espadaña, ni a las coloridas ráfagas que acompasaban la música que sonaba; me refiero a todas esas personas que dieron lo mejor de sí mismas para mucha gente viviera y entendiera que los cristianos debemos dar luz a este mundo.
Porque a pesar de tantos medios y comodidades, supuestos avances en derechos y libertades, conquistas médicas y científicas, culto al cuerpo y la efímera belleza y a tantos otros valores en los creemos basar nuestra felicidad, muchos seres humanos sienten que su vida está vacía y le falta “sal”.
Y es que este mundo está falto de esas pequeñas cosas, de esos pequeños gestos y detalles que llenan la vida de sentido y hace que la amemos en toda su extensión. Porque es precisamente cuando se echan de menos esas cosas cuando en verdad se valora lo que hemos perdido y lo mucho que las añoramos. Y ayer las miles de personas, que pasaron por la recoleta plaza del barrio de San Mateo, pudieron decirle a sus hijos que esa era la “sabrosa” época que llenó sus vidas.
Familias reunidas alrededor de una mesa con clásicas viandas de siempre, niños deseosos de obtener ese regalo en la tómbola o de pescar algún punto en el barreño de los patitos. Abuelos, con sus hijos y sus nietos recordando sus verbenas de antaño, padres agradecidos de ver a sus hijos saltando en las colchonetas sin móviles en las manos… Todos comentaban lo mismo; ¡Qué bien lo hemos pasado!
Sal de la tierra y luz de almas necesitadas de esos valores perdidos que ayer conformaron tantos granos anónimos que, para evitar dejarme a muchos en el tintero, prefiero no nombrar. Cada uno de esos granos lo sabe en su corazón y vieron que su esfuerzo mereció la pena y el reconocimiento de los demás. Bien puede sentirse orgulloso de haber cumplido con lo que Jesucristo nos pedía para este mundo y yo, como hermano mayor de esta Hermandad sólo puedo darle las gracias en nombre de Él.
Esta tarde cuando nuestra Patrona, la Virgen de la Merced,salga por las calles de Jerez, sabrá que más allá de esas alfombras de colores que encontrará a su paso, hay muchos granitos de sal que a lo largo de todo el año van desparramando por esta tierra tantos cofrades jerezanos. Es el vino de las Boda de Caná, el perfume de nardo de María, el agua fresca del pozo de la samaritana. Es el amor desprendidode un cristiano que le da sentido a su propias vida entregándolo a los demás.
Sin duda, no habrá mejor alfombra para la Virgen morena ni mejor luz para nuestro mundo que amar y entregar lo mejor de nosotros mismos al hijo que lleva en sus brazos.
Paco Zurita
Día de la Merced 2022