UN RETABLO EN LA CALLE JUSTICIA
La calle Justicia, según el libro del académico y prestigioso archivero del Ayuntamiento de Jerez “Noticia histórica de las calles y plazas de Xerez de la Frontera” publicado en 1903, ya aparece así nombrada en 1581, debiéndose suponer que tomaba ese nombre porque allí tenía su domicilio el “Corregidor y Justicia mayor de la ciudad”. También es cierto que a mediados del s. XIX fue ejecutado un reo en la plaza del Mercado esquina a esta calle, habiendo existido en una esquina de la casa del número 12 una cruz de hierro en recuerdo de este hecho. Otras calles “Justicia” existieron en Jerez a lo largo de la historia que tuvieron relación con este poder del Estado que tantas veces olvidamos, pero es la que cruza buena parte del intramuros jerezano desde San Mateo hasta San Juan la que pervive hasta nuestros días.
Amante como soy de pasear, dejándome embriagar de historia, por las viejas calles y callejuelas del Jerez más rancio, no hace mucho alertó mi curiosidad el remozado lienzo de un viejo casco de bodega. Avanzaba, ya de noche, desde la monumental plaza del Mercado cuando, a la altura de Alcaidesa, la vieja y casi abandonada bodega que allí se levantaba estaba recién restaurada y blanqueada. Un sonrisa de satisfacción se fue dibujando en mi rostro al ver cómo hay personas que apuestan por recuperar esos tesoros escondidos que alberga el centro histórico de nuestra ciudad. Subí encandilado el ligero repecho hacia donde la calle se ensancha y allí, flanqueado por dos coquetos farolitos, un retablo cerámico recién puesto me llenó de gozo. Era de mi Señor de las Penas que tantas veces ha pasado por esta calle a lo largo de sus más de 300 años de historia.
Sonreí al verlo y recé un ratito fijando mi mirada en la profundidad inmensa de la suya. Y le pedí por ese señor que ha tenido el coraje, pero también enorme acierto, en apostar por el patrimonio de su tierra, por su cultura, por su economía y bienestar. Le pedí de corazón que tenga éxito en su empresa que lleva un nombre tan ligado al mundo del vino y que bendijera a cada persona que trabaje entre sus viejos muros.
Aunque la justicia de los hombres no siempre está a la altura de los que se espera de ella, no ocurre lo mismo con la divina. Y ya reinando en ese tramo de la vieja calle, el Señor de las Penas la derramará en abundancia para todos aquellos que pasen por allí y, cómo no, para aquel que se acordó de Dios en esta apasionante empresa que ahora comienza.
Paco Zurita
Enero 2022