Una Jornada Inolvidable
El pasado domingo día 21 de octubre y desde la Alameda Cristina de nuestra ciudad partimos hacia Ronda un nutrido número hermanos y personas afines a nuestra hermandad. Lo hicimos madrugando pero con toda la ilusión del mundo.
Con el fin de entrar en situación cuanto antes, pronto comenzamos a escuchar en el autobús sones y marchas militares aderezadas con algún que otro pasodoble español.
Tras una breve parada para desayunar, nos fuimos adentrando en la serranía de Ronda con una lluvia que cada vez se hacía más fuerte y pertinaz. El color del cielo tras el amanecer no presagiaba una mañana soleada por más que nuestro Hermano Mayor se afanara una y otra vez en anunciarnos la.
La llegada al cuartel de la Legión de Montejaque en Ronda fue “apoteósica”, sobre todo para algunos hermanos y familiares que se desplazaron en sus vehículos particulares. Las carreteras eran verdaderos ríos y las dificultades para acceder grandes. Gracias a la colaboración de los propios legionarios encargados de organizar la llegada de los participantes, a la pericia del conductor del autobús y a la amabilidad de los responsables del 4ª Tercio de la Legión pudimos acceder muy cerca de donde se sitúan los salones de actos y la capilla del acuartelamiento.
A la entrada y tras ser cordialmente recibidos por nuestro hermano el Teniente Coronel Juan Antonio Soto, que en todo momento permaneció atento a cualquier detalle, demostrando así, una vez más, el talante de servicio y entrega que es propio del estamento militar, acudimos a recoger los distintivos y el certificado que testimoniaban nuestra participación individual en esta jura de bandera.
Tras unos razonables minutos de espera, nos anunciaron el comienzo de una eucaristía de acción de gracias que celebró y presidió el capellán castrense, quien entre otras cosas destacó en su homilía la condición cristiana que desde hace muchos siglos, y aun en la actualidad, mantiene España.
Al finalizar la santa misa salimos unos minutos del salón de actos, momento que aprovecharon los organizadores para adecuar el escenario donde se iba a celebrar la jura dado que la meteorología seguía sin dar tregua alguna. Volvimos a entrar aquellas personas que, en número muy aproximado a cuatrocientas, íbamos a sellar con un beso a la bandera nacional nuestro compromiso con la patria.
El acto aunque reducido por las circunstancias y el espacio resultó ser muy emotivo y en pocos minutos pudimos ver, acompañados por los sones de una reducida pero marcial banda de música que acompañó el acto, el discurrir de cada uno de los participantes por el escenario habilitado para confirmar el juramento que previamente habíamos realizado de forma colectiva.
Al término de la jura de bandera se llevó a cabo el acto de homenaje a los caídos presidido por la imagen del Cristo de la Buena Muerte que estaba escoltado por un grupo de gastadores.
Por último y para finalizar el acto uno de los dos generales que lo presidían dirigió unas palabras de agradecimiento a los presentes por el testimonio dado de amor a España y a la bandera que es símbolo de toda nuestra nación.
Cuando salimos del recinto la lluvia seguía haciéndose protagonista del día aunque ya con algo menos de insistencia. Dado que las condiciones en el exterior del acuartelamiento del Tercio Alejandro Farnesio de Montejaque no aconsejaban dar muchas vueltas, decidimos optar por la solución que nos proponían los propios anfitriones, quienes habían habilitado el comedor para que todos pudiésemos disfrutar de un picoteo y un almuerzo preparado y atendido con la misma buena voluntad y cariño con el que habíamos sido tratados durante toda la jornada.
Pasadas las tres de la tarde y con un cielo cada vez menos nuboso como perfectamente había pronosticado unas horas antes nuestro Hermano Mayor, partimos hacía tierras jerezanas hasta donde llegamos con alegría y con la impresión de haber vivido un día inolvidable.